Suelo comenzar a contar esta anécdota, diciendo que el que
mucho hace, mucho le pasa y al que no hace nada, nada le pasa, así que paso a
contarles. Para la visita a un cliente en Barranquilla, tuve la genial idea de
ir vestido con un traje beige clarito, si estuvieron en Barranquilla o son de
allí, creo que ya comenzaron a reírse, pero la historia tiene un par de vuelcos
mas, la humedad y los 40 grados de sensación térmica me decían que ya era mala
la idea de ir en traje, pero en pos de dar una buena impresión al cliente,
continué con el plan. Era una visita corta y luego de visitar al cliente, tenía
que tomar un vuelo a Medellín, por lo que apenas llegué le pregunté cuanto
demoraba llegar al aeropuerto, su respuesta fue, media hora mas o menos. Ok,
pedimos el taxi para esa hora y a esa hora llegó, solo que al subir al taxi
comienza a llover de una manera indescriptible.
En mi barrio le decimos a
baldazos, casi no se podía ver por las ventanas, eso no me preocupaba porque
estaba con la mente puesta en llegar al aeropuerto para tomar el vuelo, pero en
un momento llegamos a una avenida de doble carril, la cual del lado por donde
teníamos que ir estaba completamente inundada y el taxiste me dice, no te
preocupes, vamos en contramano por este lado, que hay menos agua. Yo le
pregunté - Está seguro? y su respuesta fue, si claro, lo hago siempre. Todo
parecía ir bien, la autopista estaba al final de la calle y eran solo 2
cuadras, solo que había 1 detalle menor que comenzaba a tomar relevancia a
medida que nos acercábamos a la autopista. Y es que justo al final de esa
calle, había una tubería que hacía pasar el río por el que veníamos nosotros,
hacía el otro lado de la autopista haciendo un embudo de agua gigantesco, el
taxista me miró y me repitió, lo hago todo el tiempo, porque veía mi cara de
preocupación. Que se imaginan que pasó? se trancó el auto justo ahí, debido a
la corriente del agua que venía en nuestra dirección mi puerta estaba casi
tapada por el agua y en el asiento de al lado tenía al taxista acelerando el
auto sin tener respuesta, entonces me dice que va a bajar y empujar el auto,
que si yo se manejarlo acelere a ver si lo destrabábamos. Obviamente yo con mi
traje Beige clarito (fue uno de mis primeros viajes por trabajo y viajé con mi traje de bodas!, ya había empezado mal, ir de traje a Barranquilla....) no podía bajar del auto, porque así iba a tomar el vuelo,
así que opté por tomar el volante. La fuerza del agua era tal, que no se movió
ni un centímetro el auto, por lo que el taxista decidió llamar a un camión que
estaba cerca.
Pensamos, el camión va a empujarlo y en 2 minutos estamos afuera,
pero no, el agua tenía otros planes, también encajó al camión, con un solo
detalle a mencionar, el camión tratando de salir, tiraba agua con tierra sobre
el taxi. Yo adentro, solo, las ventanas ya no servían para nada, pensé que era
el final, jaja, pero no, un grupo de personas (si hay que destacar al
Colombiano en algo, es ese espíritu de buena gente que tienen) ayudaron primero
al camión y luego levantaron al taxi, conmigo y todo y nos liberaron.
Obviamente ya habían pasado los 30 minutos que habíamos estimado, pero no la
hora del vuelo, por lo que continuamos hasta el aeropuerto y me presenté en el
Counter de Avianca, para escuchar en mi cara que el vuelo ya había cerrado y
que iba a tener que esperar el próximo vuelo. Mi siguiente pregunta fue, cuando
es el próximo, porque yo tenía el regreso desde Medellín al día siguiente a lo que su respuesta fue: mañana. Le pregunto si había un hotel allí para quedarme y no, había que
volver a la ciudad y yo le digo, no sabes todo lo que pasé para llegar hasta acá. La
supervisora se acerca y le dice, mirá que el vuelo de mañana está full... hay
que parar este vuelo y subirlo. Desde ahí y por una puerta lateral, me subieron
a un auto y me llevaron al avión que ya estaba en la pista para que suba. Ni
despaché la maleta, la llevé encima mío, pero logré tomar el vuelo, si me
pasaba en muchos otros países creo que moría en el taxi, o simplemente me
decían que no se puede hacer nada como a la mamá de mi pobre angelito y que
pase el que sigue. Ahí empecé a amar a Colombia.
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